El consumo de vinos y espumosos en España está en caída libre, mientras otros productos de gran consumo brillan. A pesar de la mejora económica, los españoles están priorizando gastos más esenciales, dejando el vino en la estantería. La normalización del teletrabajo y el cambio en las dinámicas sociales también están afectando esta tendencia. La preocupación por la salud y el bienestar impulsa a muchos a optar por alternativas no alcohólicas. La industria vitivinícola tiene que reaccionar rápido o podría quedarse en el fondo de la copa.