El consumo de vino ha disminuido en mercados tradicionales como Europa, Reino Unido, EE.UU. y Australia. La moderación en el consumo, la competencia de otras bebidas, la falta de interés de los jóvenes y la búsqueda de experiencias de consumo más ambiciosas son factores clave. Los vinos rosados de calidad superior están contrarrestando la caída, liderando el segmento con estilos frescos y envases atractivos.