Una empresa en California sumergió cajas llenas de botellas de vino en el océano para envejecerlas, sin permisos ni autorización. Las botellas se vendían por hasta $500 cada una. Además de los problemas legales, se encontraron criaturas marinas adheridas a las botellas, lo que generó preocupaciones ecológicas. Las autoridades destruyeron el vino y reciclaron las botellas, enviando un mensaje sobre la importancia de cumplir con las regulaciones y prácticas éticas.