Las industrias vitivinícolas de Chile y Argentina están experimentando una transformación impulsada por la inversión extranjera, destacando la diversidad de terroirs en ambos países. Marcas como Trivento-Concha y Toro, La Celia-Tamari-Viña San Pedro Tarapacá, Kaiken-Montes, y Doña Paula-Santa Rita lideran este movimiento. Chile atrae inversores argentinos gracias a sus condiciones agroclimáticas y su prominencia en vinos premium.