La producción de vino en España está en el centro de un debate candente sobre si se deben arrancar viñedos para aumentar su valor. Organizaciones agrarias proponen ayudas para reducir la superficie cultivada, mientras que el Gobierno se opone a seguir el ejemplo francés. Con más de 95.000 hectáreas en riesgo de abandono, la tensión entre productores y autoridades se intensifica. La solución parece estar en encontrar un equilibrio entre oferta y demanda, pero ¿quién tiene la razón en esta encrucijada vitivinícola?